Lluvia de verano


Mi deseo más profundo es:

Poner mis brazos alrededor de tu cuello... mis piernas abrazando tu cintura y tú, dentro mío, desarmándome...

Así decía con trémula voz la negra nube al rayo que,
avasallante e impetuoso, se aproximaba. Luego, sonrojada y satisfecha, descargaba en cálida y copiosa lluvia de verano.

Él, después de la explosión, durmió a los pies de un olmo...

...Y florecieron los campos...

...Y el sol volvió a brillar...









LLuvia de verano
Cristina Leiva
 Cris, Lacarancha







La espera


Esperando el llamado que no llega

la promesa que no existe 

el abrazo que no envuelve 

los dedos que no rozan

la caricia que no estremece

 la voz que no susurra

la mirada que no invita

En la nada se deshace

 En la nada se congela. 


El sol, radiante, brilla indiferente regalando sus 40ªC



La espera
Cristina Leiva - Cris, Lacarancha

Liszt - "Un Sospiro"




cinco botones


Como el nogal que celosamente guarda dentro de la semilla dura y rugosa de la nuez, la esencia rica, carnosa y nutritiva de su fruto, así, como quien vive guardado en un secreto, encerrado dentro de su cáscara, pasaba la vida entera con ocultamientos, con sentimientos de vergüenzas y de culpas que ponían en su rostro, esa mirada llena de tristeza e insatisfacción, hasta que un buen día decidió salirse de sí y enfrentar los prejuicios del mundo entero.

Lo había pensado muy bien. Sólo un buen observador podría darse cuenta de su tan demorada decisión.
Nada... nada delataba su elección: ni gestos, ni rasgos, ni el sonido de su voz... salvo... los 5 botones de su camisa ubicados a su derecha.


Cinco botones



Imagen autoria de @Nelsong



 La mala reputación (La mauvaise réputation )-Claudina y Alberto Gambino



Dibujar tu boca

Toco tu boca. Julio Cortázar




Dibujar tu boca, y en la madrugada, sediento, beberme tus calores, dejando que las horas marquen el compás de tus suspiros.

el amor


Dibujar tu boca
Autoria de A.M.O.

Y una sirena nacio


visitaba con frecuencia aquella extraña y solitaria playa de conchillas en los otoños de San Antonio este y  como siempre al llegar realizaba su rutinaria costumbre de tirar piedritas haciendo sapitos en el agua que él, divertido, se las devolvía dejando a sus pies espumosos algodones de azúcar.

Un día, y como quien no quiere la cosa, sapito va, caracolito viene, mensajitos amorosos y picarones que le mandaba en las conchillas y ella esperaba y escuchaba ruborizándose, se enamoró del mar.

Su pasión por él crecía día a día.

Ella escuchaba su imperioso llamado aunque se resistía, temerosa, a abrirse al amor, pero  cuando su deseo se hizo incontenible decidió volver lo imposible en posible y  se internó en sus aguas más profundas, verdes y calmas en esa porción oceánica protegida de miradas curiosas.

Por primera vez sintió sobre su piel apasionada y loca ese sentimiento que la envolvía como una caricia Suave y cálida.

 El sol del estío fue mudo testigo de esa total entrega, de esa unión mágica e irrepetible.
Y así fue como poco tiempo después, nació Marina la primera sirena, bella, voluptuosa, dulce, que  en las noches de luna nueva acompaña a las barcazas de eventuales pescadores nocturnos, deleitándolos con su canto y amándolos hasta el amanecer.






Y una sirena nació
Cristina Leiva - Cris, Lacarancha

Venceslau Univ dos Scraps Pausto Papetti Soleado






Artesana del tiempo

Sus pasos fuertes, largos, resuenan haciendo eco en el interminable y ascético pasillo.

 Sus zapatos relucientes y su guardapolvo blanco se reflejan en el brillo exagerado del piso; se detiene un momento, solo un pequeño instante, y mira hacia arriba.  La sombra de la duda quizás? pero se recompone rápidamente, abre la puerta y entra al laboratorio.

Había pasado largas horas; días y días sin dormir, entusiasmada en su descubrimiento y ansiaba probarlo de una vez por todas.

¿Se  atrevería, por fin, a cruzar esa barrera?

Da una cariñosa y nostálgica mirada a todo el mobiliario,  se sienta sobre el sillón que parecía esperarla ansiosamente, cierra los ojos y tomando coraje, sin pensarlo más,  entra por ese agujero de tiempo que había encontrado casualmente en sus investigaciones. Siente miedo. Un gran temor a lo que estaba a punto de vivir, temor a lo desconocido la envolvía toda. Al fin Lo atraviesa torpemente, se golpea , choca contra sus paredes, se lastima, vomita, llora, ríe, canta. La experiencia es asombrosa

 Ante la rapidez de los sucesos cientos de imágenes se agolpan en  sus ojos y otras pasan desapercibidas.  Ese túnel debe llevarla a algún lado.

Comprende que viaja a velocidades mucho más rápidas que la luz, más rápidas que los neutrinos, esas diminutas partículas subatómicas que parecieran llevar a toda una revolución de la física.

El tiempo se comprime  por momentos, otras se estira cual un abanico que se abre y se cierra, como un bandoneón que interpreta el mejor tango, y en ese movimiento de expansión y contracción continuo su viaje se vuelve cada vez más increíble e inquietante.

Se ha convertido sin darse cuenta, en una verdadera artesana del tiempo y la distancia, manejándolos a su antojo, a veces  acortándolo y  otras  estirándolo a voluntad para disfrutar más de algún momento determinado, o para ahondar en su  búsqueda de la verdad.

Ha descubierto que ese túnel del tiempo, esa máquina temporal por todos buscada, estaba en ella,  en su cerebro, y que su mente con solo pensarlo la lleva de viaje, raudamente, al pasado más remoto haciéndola visitar  sus paisajes más buscados, vislumbrar su futuro, regresar al presente y dejar que la vida la sorprenda.

Al comprenderlo, su conciencia se expande y su ser evoluciona, entonces, tranquila y feliz, deja el laboratorio y se sienta en el cordón de la vereda a esperar a que el pase. Al verlo le tiende la mano y juntos recorren el camino.



Artesana del tiempo
Cristina Leiva - Cris. Lacarancha


       

                                       Clauio Arrau. " Piano Sonata in B minor, S.178 ". Franz Liszt . * Pinturas de Catrin Wels Stein *



Cumpliendo un sueño


Quería elevarse para ver todos los caminos.

Decidida a cumplir su sueño, escaló la cima más alta.

Al llegar, extendió sus alas y se lanzó a volar.


Cumpliendo un sueño
Cristina Leiva - Cris, Lacarancha

       Aprender a Volar - Patricia Sosa (Subtitulado) 




El camino de las lilas


Con su rostro acartonado por sus arrugas como el más  antiguo de los pergaminos, su mente lúcida aún, descansaba sentada en su sillón de mimbre  bajo los tibios rayos de un sol de invierno, sosteniendo entre sus manos delgadas y frágiles, Cien años de soledad.

 Cien años de soledad  el libro. Cien años de soledad su cuerpo. Cien años de soledad su corazón, gastado… sufrido.

Leyó  unas líneas pero la modorra la invadió y la ganó el sueño.

En su mente adormilada se sucedían muchas batallas ganadas a la vida. Recuerdos que ni ella misma los creía vivos ya; recuerdos de amores,  de fracasos, aciertos, dolores y alegrías.

Tanto tiempo había pasado y todo ese cúmulo de ansiedades, de objetivos muertos, de deseos vivos  danzaban allí, en su mente,  pujando por salir.

¡Si!  Se sentía joven, hermosa y ligera como cuando tenía 20 años, con los mismos deseos, las mismas ansias locas de saltar, de cantar, de reír,  de amar como  entonces, solo que su espíritu joven estaba atrapado en un envase viejo y cansado que no lo sentía suyo.

Abrió los ojos sorprendida. La noche era profunda y las estrellas, cual cosquillas del cielo, la rodeaban y la hacían sonreír. Sentía la tibieza  de la noche en la piel y en el alma que la acariciaba como su suave mantón de manila de pura seda que le cubría los hombros…


El camino de las lilas
Cristina Leiva, Cris, Lacarancha



                                                                     Miguel Bosé y Noa - La vida es bella


La carrera


El tiempo. el tiempo el tiempo ¡Que puedo decir yo del tiempo !

 El tiempo es extravagante, el tiempo es ilusorio. El tiempo es un ilógico tirano que mueve mis hilos a su antojo riéndose de mi y yo, yo no logro entenderlo.

Me retraso lo espero me adelanto  corro y no sé por qué pero él siempre, altanero y burlón se aleja, se aleja, se aleja, se aleja.

  El nunca tolera caminar a la par.


Así cavilaba ¡que digo cavilaba !, ¡mascullaba!, entre ofendido y tristón continuando su frustrada marcha...  tictactictactictac...tic...tac...tic...


La carrera
Cristina Leiva - Cris, Lacarancha



Las yemas de mis dedos


Buenos Aires, misteriosa Buenos Aires tan enigmática como siempre.

Recorro nuevamente tus calles adormecida en esta bomba de cemento de irrespirable vapor en el efímero instante en que el paseo entre San Telmo y Flores se puebla de memoria.

Cierro los ojos y toco  diferentes texturas.

Hay una que me regocija, que me gusta más que otras; acariciar una piel a oscuras me transmite sensaciones y  emociones de sedosos matices iridiscentes y luego, esa sensación persiste en el tiempo por culpa de las traicioneras yemas de mis dedos que impiden el olvido.

Reminiscencias de besos encerrados, de abrazos invisibles, de suspiros apagados, de lágrimas ahogadas en mi corazón muerto dibujan en mi alma pompas de jabón.

Remembranzas vacías, inexistentes.

Recuerdos de lo que nunca fue se niegan a marcharse y un eco lejano que circula entre las paredes de altos edificios traen a mi oído aquella olvidada voz que surgía de la nada, susurrando:

Esto es el amor, negrita...

Y Siento en mi espalda sus caricias y me estremezco y me seco una lágrima.

Las yemas de mis dedos, las traicioneras yemas de mis dedos que regresan a mi mente la recóndita sensación táctil del contacto con su piel encendiendo mi cuerpo, de impúdicos deseos, de oscura lujuria, de fuego... de irresistibles ganas de confundirme otra vez con la eterna danza del amor  y nuevamente dejarme engañar.

Detengo mis pasos y miro mis manos.

Absorta contemplo mis dedos que con extrema lentitud se desintegran hasta desaparecer definitivamente entre el caos porteño, liberándome.

El recuerdo de lo que no fue parecía tan real, y tan a destiempo.



La yema de mis dedos
Cristina Leiva - Cris, Lacarancha



                                                   Adriana Varela & Jaime Roos - Amandote




La princesa de mi castillo llamada Alibeth


Una vez, hace tantos años que ya parece una leyenda, una
hermosa princesa llamada Alibeth habitaba mi castillo: el mas grande, cálido, fuerte y contenedor.

 La mamá de la princesa de mi castillo pensaba que Alibeth era un poquitín tímida; al menos eso creía ella, y como la amaba con locura quería evitarle todos los sufrimientos de la vida,  todas las decepciones a las que se vería expuesta al crecer, así que decidió atarla a la pata de la cama con un hermoso lazo de seda rosa, para que nada ni nadie pudiera lastimarla.

Alibeth no podía salir, ni tener amigos, ni nada. 

Todo lo tenía dentro de mi castillo, cálido, grande, fuerte y contenedor, pero, como siempre hay un pero en todas las historias, Alibeth creció y comenzó a soñar, y a anhelar otras experiencias. ¿Cómo podría hacer para vivirlas si estaba atada a la pata de la cama?...

Ella no quería tampoco lastimar a su mamá, así que pasaba día
tras día sin oponer resistencia, pero su alegría iba desapareciendo poco a poco, hasta que una noche, en un dulce sueño se le apareció su hada madrina y le hizo ver que su lazo la mantenía atada a la pata de su cama porque era ella misma la que no se atrevía a desatarlo y salir del castillo a explorar nuevos mundos y si no se atrevía, era porque aún no estaba preparada para partir.

Alibeth despertó sintiéndose extrañamente feliz, satisfecha. 

Cerró sus ojos con fuerza. Se hizo finita, finita, finita, hasta que su finitud fue tanta que se volvió un hilo luminoso que se deslizó suavemente por entre los pliegos del nudo de seda rosa.

 Y se elevó sobre el castillo convertida en un pájaro de luz. Dio unas vueltas sobre él en señal de despedida y agradecimiento.

Quería impregnar sus retinas con la calidez, el amor y el confort que la había contenido hasta entonces y voló tan alto como sus alas se lo permitieron, tan alto como ella se lo propuso buscando nuevos horizontes.

 Había comprendido que las experiencias ajenas no le servían y fue en busca de las propias.

                    

La princesa de mi castillo llamada Alibeth
Cristina Leiva - Cris, Lacarancha


Música Celta Instrumental// Adrian Von Ziegler


Este amor apasionado

Hace frío... llueve. Mi piel te reclama y mis sentidos, todos, le hacen coro a ese clamor: vuelve... vuelve, amor, vuelve... te quiero cerca... tan cerca que sienta el palpitar de tu corazón junto al mío, de tu sangre caliente... bullendo... corriendo arrebatada por tus venas, pujando por salir.
Ya no me basta bordar palabras doradas en tu cuerpo, ni grabar con fuego rosas rojas en mi piel para demostrarte mi pasión y así todos sepan que me amas...que te amo...que te pertenezco... que me perteneces...
No... ya no me basta...

Ahora solo espero guardar para siempre dentro de mí tu mirada anhelante y beber, cual embriagador licor, hasta la última gota de tu sangre.
Este amor apasionado 
(Cristina Leiva - Cris, Lacarancha)

Chavela Vargas - Volver, volver


Una tarde perfecta


Migrando kalpas, tras kalpas, tras kalpas, llega hasta aquí un 
tanto cansada en busca de su tarde perfecta: 

Poder ser luz... ser brisa...simplemente, ser...

Poder ser un mantel blanco ante una mesa servida... un vaso de agua fresca... un trozo de pan de campo, caliente y con mucha miga... una copa de vino...  la mirada vacía de un recién nacido que refleja en esa vaciedad la inocencia de su inexperiencia... y nuevamente, ser…ç

 Poder también ser música... ser letras, cuentos, historias vagando en el espacio... un poema de amor y una lágrima emocionada... una danza de a dos... un orgasmo pleno...

Definitivamente poder, al fin, ser paz... ser sangre... simplemente, ser...
Si, ser… Ser…ser un corazón que late...

Ser...solo ser…

Ser así, sin cuerpo, sólo una mente que descansa y luego, al ponerse el sol, culminando la tarde, continuar su viaje hacia otras existencias, volviendo a migrar kalpas tras kalpas hasta el fin de su aprendizaje....

                                                                
                                                                     Una tarde perfecta
                                                           (Cristina Leiva - Cris, Lacarancha)




Mayssa karaa - Concerto pour une voix (Saint-Preux)